domingo, 8 de abril de 2012

La Partida.

Herzeliya, Israel.

Asi se da el primer paso de un sueño que nació en las conversaciones de la juventud con mi entrañable amigo Juanjo. Juan Jose Colominas de Micheli. Cargábamos con 18 años de edad y un montón de ideas que nos ponían eufóricos mientras las imaginábamos. Mirábamos el horizonte del Río de la Plata y con la mente lo acercábamos visualizando tierras de aventuras del otro lado del mundo. Islas hermosas, palmeras tropicales, mujeres exóticas...y realmente era imaginación porque el Google Earth no llegaria hasta 30 años después El internet no era una palabra ni en rumores...nuestras vidas eran fuera de casa y en contacto con el aire y con el mar. Entrabamos en casa solamente para comer o dormir.
Las bicicletas tenían otro ritmo y color. Devorábamos veredas hasta el Club Náutico o el Yacht Club para anotarnos en todas las regatas de Snipe. Pero siempre mirando al horizonte. A buscarle el angulo de aventura, a tragar miles de millas por delante y no mirar atrás.
El tiempo y el destino hacen lo suyo... y a Juanjo se lo llevo un accidente tan injusto que el mundo se nos derrumbo a ambos. Con el se alejaron los horizontes y las islas que imaginábamos y el golpe me trajo a una realidad mas concreta del día a día.
Pasaron los años.
De vez en cuando sentía que Juanjo se ponía a mi lado y reavivaba nuestro viejo proyecto. De alguna forma virtual, y con el Internet a disposición, comenzó la búsqueda de un velero por las distintas web de brokers.
Los anhos pasaron otra vez. Me case con Cynara. La conocí mientras arreglaba la quilla de un pequeño velero que me había regalado mi madre. Se vino al otro día al astillero con pantalones y camiseta de trabajo y nos pusimos a lijar juntos. Tuvimos 3 hijos, viajamos a Costa Rica, tuvimos 2 hijos mas, viajamos a Israel. Vivimos en un kibbutz, Ella en el área de Tambo y ordeñe.
Comenzamos a mirar ambos al horizonte de cuando en cuando.
Una tarde de primavera mientras caminaba por el puerto de Herzeliya cerca de Tel Avivl, me tope con Lady Blue. Fue amor a primera vista. No se correspondía con los barcos de acero reforzado que había visto en el Internet ni con los de aluminio capaces de llevarte a latitudes polares. Pero tenia una espíritu al navegar muy especial, un entorno que permitía la convivencia familiar..y estaba ahí..
El día que combinamos para probarlo, estaba ansioso y nervioso. El viento iba en aumento y las olas se empezaron a formar mas duras, golpeando contra la protección de los muelles y ganando terreno dentro de la marina. Arie, el dueno del barco, se presento con algún retraso. Me consulto si prefería esperar mejor tiempo. Normalmente cuando probas un barco lo haces con buen tiempo. Pero la oportunidad de probarlo en estas condiciones me pareció mas efectiva.
Salimos de la boca del puerto y enseguida trepamos una ola que nos recibió con bastante espuma. El barco cayo en el seno impulsado por el motor todavía, y una vez con el viento a proa, desenrollamos parte de las velas y exponer lo necesario para las condiciones de viento.
Lady Blue se movía firme mientras formaba una estela que cortaba el seno de las olas. La proa se sumergía en el agua y volvía a salir con fuerza. Sentía la adrenalina del momento y me conecte con el barco enseguida. Allí estaban mi pelos azotándome para indicarme que el momento era real.
Volvimos al puerto planeando con mas viento y el casco se deslizaba con una suavidad increíble. El timón era firme y respondía muy rápido.
Tiempo y tramites despues, Lady Blue era parte de la familia. Me recoste en su cubierta entre la proa y el palo y lo abrace. Solo 35 anos pasaron desde aquellos horizontes que imaginabamos. Yo un poco mas viejo claro...Juanjo conservaba en mi imaginacion la misma edad. Si quisiera imaginarlo como seria ahora, ayudaria mirar una foto de el tenista argentino Vilas, con quien siempre lo confundian.
Casi lo hago, pero prefiero mantener la imagen original de aquella epoca, con la camisa azul y blanca rayada   y en su mano la copa de la regata de la meseta de Artigas a Paysandu en la que participamos para variar.


LA PREARACION

Como todo viaje, empezamos por una revisión del casco y elementos náuticos. Subimos el barco a tierra, limpiamos y preparamos el casco. Revisamos los circuitos eléctricos, electrónicos, cartas de navegación, GPS, radar, palo, velas, quilla, timón, motor, tanques de agua...y listo.
Somos 7 en total: mi mujer: Cynara, Nadine: de 21  años , Ethan: 17 años , Paul: 15 años, Ian: 10  años , Lua: 8 años y yo.
El velero es un Jeanneau de 45 pies del  año 1995. Fibra con refuerzos de Kevlar y una quilla con un bulbo importante y con suficiente peso para mantener el velero estable con fuertes vientos y marejada.
El motor volvo de 80 HP nos permite una navegación a 8 nudos cómoda en caso de necesitarlo.
1 nudo equivale a 1 milla marina por hora y 1 milla marina equivale casi a 2 km (1852 metros).
Porque se usan las millas náuticas en la navegación y no los kilómetros?
Pudieron apreciar en cualquier mapamundi que el mundo esta dividido en paralelos y meridianos.
Los paralelos son 180. El mayor esta en el Ecuador. Se dividen 90 hacia el norte (arriba) del Ecuador, y 90 hacia el sur (abajo). La circunferencia de la tierra tiene unos 40mil kilómetros. Si dividimos la mitad de la circunferencia entre los 180 paralelos nos dará 111 kilómetros app. Estos 111 kilómetros son equivalentes a 1 grado que tiene 60 minutos, y 111 dividido  60 son 1852 metros app. O sea, 1 minuto es 1 milla náutica y esta equivale a 1852 metros.
Por eso el termino millas es mas común cuando de navegar se trata. Cuando nos ven calculando grados, minutos y segundos con ayuda del compás, también estamos calculando distancias.
De los rumbos se encarga el compás o la brújula. Estos elementos no son tan exactos y tienen errores que llamamos desvíos y que corregimos cada vez que hacemos un calculo.
Para colmo el norte magnético, a donde apunta la brújula, no esta fijo en un punto sino que se mueve. Hay tablas que predicen sus movimientos y dirección y otra vez hay que hacer correcciones en relación a estas tablas.
El océano es grande y los horizontes son circulares e iguales. Aquí el sextante nos sirve para tomar en consideración a los astros, sacar un angulo de su altura y medir exactamente en que momento lo tomamos.
Para esto necesitamos saber el horario de Grenwich en tiempo real. Después vendran los ajustes de altura en relación a los defectos del sextante y....sigue...a los falsos reflejos del espejo...todo con sus respectivas tablas náuticas y cálculos logarítmicos interminables.
O sea... imagínense que alivio tener un GPS que nos dice donde estamos con un margen de unos metritos de error. Y que visualiza el velero en pantalla y su trayectoria y distancia a los distintos puertos. Ademas la velocidad real del barco, la intensidad del viento, la profundidad...se acopla con otros instrumentos para ayudarnos en la navegación nocturna y ...bueno...que alivio. Podemos tomar café y dejar incluso el timón automático mientras contemplamos la luna y sus reflejos jugando en el agua.

De los  años en Israel cosechamos muchos amigos y experiencias.
Nos despedimos de cada uno en momentos diferentes. La partida tenia que ser tranquila dada la cantidad de cosas que teníamos que chequear y preferíamos estar solos para desamarrar.
Ticho y algunos amigos de mi hijo Ethan fueron la excepción. Llegaron al puerto y nos extendieron los cabos cuando partimos del muelle. Es una cuestión de tradición que alguien te pase los cabos de amarre en un partida y bueno, nada mejor que Ticho que nos habia acompañado en varias travesías a Turquía. Un amigazo que nos alojo en su casa en el kibbutz Gan Shmuel en donde dirige el Refet (Tambo) mientras preparábamos el barco para la travesía.











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